domingo, 22 de octubre de 2017

Obesidad y adicción a la comida

¿Son los obesos adictos a la comida?

Las personas con obesidad se les ha relacionado con escasa fuerza de voluntad y poco autocontrol con la comida, también se puede incluir en este caso los trastornos por atracón, compulsión por comer, y la típica ansiedad por comer o comer para compensar situaciones estresantesSin embargo a parte del tema hormonal y genético, en estudios recientes, se ha observado que los alimentos ricos en grasas y azúcares sencillos sobrecargan (según Paul J. Kenny) el sistema de recompensa del cerebro, lo que da lugar a que se reduzca la capacidad de informar al individuo de que deje de comer.

 ¿Qué quiere decir esto? ¿Qué se entiende por el término adicción  a la comida?

Las hormonas que controlan la ingesta pueden ser inhibidoras o estimuladoras del apetito. Cuando hace tiempo que no hemos comido, se activan las hormonas estimuladoras, de forma que estas, además de aumentar el  hambre, actúan sobre los circuitos cerebrales de recompensa  asociados a la ingesta de comida, provocando la liberación de endorfinas  y dopamina sustancias relacionadas con la sensación de placer, motivación y bienestar. Mientras estamos comiendo, tanto el estómago como el intestino liberan hormonas inhibidoras del apetito y con ello disminuyen las señales de placer, así la comida resulta ser menos atrayente y dejamos de comer.


Por lo tanto podemos decir que las hormonas que regulan el apetito, lo hacen en parte mediante la modulación de la experiencia placentera asociada a la ingesta. De forma que como comenta Paul J. Kenny en sus estudios, cuando estamos ante alimentos muy apetecibles ricos en grasa y azúcares, en la mayoría de los caso muy atractivos visualmente, estos afectan tan fuertemente a los sistemas de recompensa que neutralizan a las hormonas inhibidoras del apetito, incitándonos a comer. Un claro ejemplo de ello, es el caso de que aún estando ya saciados, después de una comida y llega el apetecible pastel de chocolate, se le acaba haciendo un hueco. Luego las comidas altamente apetecibles pueden anular las señales de las hormonas inhibidoras del apetito y provocar el aumento de peso. El organismo ante esta circunstancia eleva los niveles de leptina e insulina (hormonas inhibidoras del apetito) y aumentan más cuando el peso corporal sube, llegando a un punto que se vuelven cada  vez menos efectivas, ya que se desarrolla una tolerancia a su acción. En este punto esto podría ser comparable a la drogadicción, así los obesos comerían en exceso para obtener el mismo nivel de placer que los delgados. Podríamos decir  que la ingesta excesiva genera un bucle de retroalimentación en los centros cerebrales de recompensa,  cuanto más se come, más ansia hay por comer, pero cada vez es más difícil calmar esa ansiedad.
En otros estudios con neuroimagen se ha visto que los obesos muestran niveles bajos de un receptor de la dopamina, el D2R lo mismo sucede en los alcohólicos, o los adictos a diferentes tipos de drogas. 

En resumen según las últimas investigaciones,  se podría decir que la obesidad está causada por una necesidad de satisfacer los centros del placer del cerebro. De forma que los desajustes hormonales de las personas obesas serian una consecuencia, y no una causa, del aumento de peso.
Esta visión de hacer un paralelismo entre la obesidad y la adicción, no es aceptada por toda la comunidad científica, y hay estudios contradictorios. Otros científicos comentan que es disparatada esta propuesta, porque de alguna forma todos de una forma u otra somos adictos a la comida, sino, no sobreviviríamos.
Los investigadores que rechazan el modelo de adicción en la obesidad, están aportando argumentos razonables. De todas formas parece que hay un concomitante de prejuicio al concepto de drogadicción.  El reto científico ahora está en descubrir si tales similitudes son superficiales o surgen de alteraciones cerebrales.

En definitiva en espera de más estudios que confirmen o no está visión de la adicción de los obesos por la comida. Una buena intervención en la obesidad,  trastornos por atracón, bulimia y ansiedad por comer, abarca tanto un componente nutricional como psicológico, de hábitos y entorno social de los que padecen estas patologías.

T. Lluch








"El murmullo del agua al fluir nos hace resurgir"
T. LLuch

viernes, 13 de octubre de 2017

¿Hay que comer de todo?, ¿Qué es comer variado?


Esta frase que tenía en mi total olvido, de repente la veo aflorar en muchos blogs y entrevistas sobre nutrición y alimentación. Y válgame que me ha sorprendido lo que puede dar de sí, sacada de contexto y con unas interpretaciones sesgadas, para afianzar de esta forma una buena polémica entre la comunidad científica.
Cuando en los albores de mi inicio en nutrición, se decía en plan coloquial comer de todo, significaba que si no había problemas de salud que lo impidiese, era conveniente comer tanto canes como pescados, verduras frutas etc.  el término llevaba implícito, que aunque se comiera de todo no había que abusar ni de grasas, ni azúcares, ni sal, ni de productos procesados.  Vamos que es una forma de hablar, y hay que ver  lo que ha cundido está frase, en ciertos sectores de la nutrición y/ o aficionados para desprestigiar a los que la pronuncian o pronunciaban, para decir que es una frase que viene propuesta desde la industria alimentaria y que todos los que la mencionan están a favor y fomentan el consumo de la cantidad de barbaridades según dicen ellos que estos elaboran.
La nutrición no es una ciencia exacta y el que quiera demostrar que lo es se equivoca y se seguirá equivocando continuadamente.
Si miramos hacia atrás, hubo una época en la que se eliminó prácticamente de la dieta el aceite de oliva y los pescados  azules, interesaba introducir los aceites de semillas, soja preferentemente y girasol. Los pescados azules engordaban y se eliminaban de las dietas. Actualmente se sabe con evidencia científica que los ácidos grasos componentes del  aceite de oliva y de la grasa del pescado azul son muy beneficiosos para la prevención del riesgo cardiovascular. En definitiva que lo que unas veces es buenísimo para la salud, luego deja de serlo y es que el investigar las buenas o malas propiedades de un alimento, es una labor ardua, ya que se basa en estudios poblacionales en análisis y metaanálisis.
Si el término comer de todo en la actualidad resulta tan controvertido (por su mala interpretación) sería conveniente hablar entonces de “Alimentación variada” y esta incluirá alimentos tanto de origen animal, como vegetal, en cantidades prudentes, de esta forma nos aseguraremos la ingesta de un mayor número de nutrientes, así como evitaremos ingerir  un exceso de sustancias nocivas y que en pequeñas cantidades también están presentes en los alimentos, si la dieta es poco variada, comeremos en exceso de un solo veneno por hacer un símil y este se acumulará en sangre. Así, si un alimento es pobre en un nutriente, se compensa con otro que sí que lo tiene.
Sin embargo, son muchos los intentos de las modas alimenticias de sustituir esta alimentación variada por lo que se llaman monodietas o dietas de un solo tipo o grupo de alimentos, al igual que otras que no permiten mezclarlos, dietas disociadas.  Estas dietas por más que se intente hoy por hoy, no tienen una base científica donde sustentarse, ya que lo que hacen con suposiciones, y sobre todo en esa mezcla alimentación-religión. Detrás de dietas como la crudívora  y macrobiótica se ocultan ciertas ideas místicas, la pureza y perfección a través de los alimentos, además de encubrir trastornos alimentarios como la anorexia. Esto puede acarrear serios problemas para la salud. En el otro extremo están  las que defienden el aumento de alimentos de origen animal, y una vuelta a las dietas con exceso de proteínas. En fin que se sigue dando vueltas siempre al mismo tipo de dietas, vendiendo como novedad lo antiguo con otro nombre y algo modificado, así a las dietas cetogénicas(exceso de grasas) cuyo origen está en la dieta  Atkins(1970) actualmente retomada y modificada, y siendo una de sus derivadas la dieta Dunkan. Estas monodietas  acaban generando problemas nutricionales (Hiperlipemias, déficits vitamínicos, entre otros) trastornos alimentarios (anorexia, bulimia, compulsión por comer etc.)

En definitiva, desde mi punto de vista, hay que seguir una alimentación variada un ejemplo claro es la dieta Mediterránea y no eliminar ningún alimento básico de nuestra alimentación, siempre y cuando no haya motivos para hacerlo como diabetes, obesidad, intolerancias o alergias alimentarias u otras patologías.

"Vivir el día a día es sentir la vida"
T. Lluch

domingo, 8 de octubre de 2017

La paella Valenciana, un plato saludable y equilibrado


El equilibrio nutricional parece que es un término que se está poniendo en tela de juicio en los últimos años por algunos sectores de la nutrición,  comentan que la proporción que se propone equilibrada en macronutrientes del  55% de Hidratos de carbono un 30% de grasas y un 15% de proteínas, no quiere decir que sea una alimentación saludable, porque se puede guardar esta proporción y estar alimentándonos con un exceso de grasas saturadas y azúcares simples, con el riesgo que ello implica para las enfermedades cardiovasculares, hiperlipemias, obesidad etc. A esto tengo que comentar que estos señores se ve que el día que les dieron la clase de alimentación equilibrada o no fueron o no escucharon bien o no se lo explicaron. Pero aparte de los porcentajes  a los que hacen referencia, hay que añadir que del 30% de grasa se considera que no se debe sobrepasar un 10% de grasa saturada y del 55% de hidratos solo  entre un 5% y 10% provendrán de azúcares simples. Así como se asegurará una ingesta de 15 a 20g de fibra. Con estas premisas la alimentación equilibrada es un hecho de nutrición saludable y adecuada.
En este equilibrio nos encontramos con un plato de lujo que es la Paella Valenciana, un manjar Mediterráneo,  que incluye muy buenos ingredientes y de cercanía. Las verduras  fuente de fibra y vitaminas, el arroz, con hidratos de carbono de absorción lenta, la carne que aporta la proteína junto con las legumbres, el aceite de oliva con un muy buen componente el ácido graso monoinsaturado oleico y la vitamina E. Todos estos ingredientes cocinados con tranquilidad y armonía, nos proporciona un plato que él solo cumple las premisas del equilibrio nutricional que antes he mencionado. Si este plato lo acompañamos de una buena ensalada Valenciana y de postre melón, en buena compañía y cerca del mar, montaña o el lago de la Albufera,  aparte de comer muy sano y nutrirnos bien, estamos regalando los sentidos. Un método para disfrutar del momento y liberarnos del estrés.
En fin que no solo comemos para sobrevivir, también el comer es un placer y comer sano no está reñido con ello.
Eso si la paella valenciana precocinada no tiene nada que ver con lo que he comentado, o aquella que se le añade caldos preparados atiborrados de glutamato monosódico(potenciador del sabor), sal y poco más, pequeñas dosis de veneno que posteriormente van pasando factura.
Así que ánimo a preparar una buena paella valenciana, o ir a un restaurante de confianza que la cocinen bien. Lo primero os lo recomiendo, es una buena actividad, para relajarse comer saludable y hacer la vida más placentera. Si la primera vez no os sale buena, no desistáis es cuestión de paciencia práctica y cariño.

"Cuidar el paladar con amor, da tranquilidad"
T. Lluch

lunes, 2 de octubre de 2017


El zumo de naranja casero no es pecado

Es curioso como el sensacionalismo, los sálvame de luxe y los `populismos políticos abanderados por el señor Trump, también ha llegado a los temas de salud, muy especialmente al campo de la nutrición y alimentación. Se utilizan ciertas recomendaciones basadas en estudios epidemiológicos de baja o moderada fiabilidad para mover a toda una población a consumir los alimentos que interesan en un momento determinado.
Es verdad que el consumo de azúcares por la población es excesivo y que se debe de ir reduciendo paulatinamente, sobre todo de azúcares añadidos. La OMS diferencia  entre azúcares intrínsecos y libres, recomendando que estos últimos no deban aportar más de un 5 % del  55% de la ingesta diaria de azúcares totales. A sí mismo, considera como  azúcares  libres,  los monosacáridos y los disacáridos añadidos a los alimentos por los fabricantes, los cocineros o los consumidores, así como los azúcares presentes de forma natural en la miel, los jarabes, los jugos de fruta y los concentrados de jugo de fruta.
Bajo esta premisa, la cual me parece interesante excepto en el punto de los zumos y triturados. Los talibanes del azúcar han montado una campaña muy polémica, en donde hasta el zumo de naranja recién exprimido en casa, triturados o licuados de frutas son según ellos  una aberración nutricional.  Si seguimos a este paso de calvo a siete pelucas, mejor no comemos nada y levitamos.


Se basan que una vez  extraído el zumo de una fruta, solo es agua y azúcar y exceso de vitaminas, a este respecto tengo que decir, que si bien es mejor comer la fruta entera y con ello disfrutamos de un buen contenido en fibra, la cual se elimina al tomar solo la parte liquida de la fruta, no es ningún pecado ingerir algún zumo durante el día sobre todo las personas que no consumen  al menos cinco piezas entre frutas y verduras. Que los zumos no sólo son agua y fructosa,  azúcar componente habitual de frutas y verduras, sino que, también contiene además de vitaminas, minerales y pigmentos entre lo que se encuentran los  carotenoides  y  flavonoides, los cuales son antioxidantes,º muy  beneficiosos para la prevención de canceres, y enfermedades cardiovasculares,  entre sus muchas propiedades.
Con ello quiero decir, que no es bueno sacar las cosas de quicio,  y sobre todo cuando los estudios científicos en los que se basan estas conclusiones no son de alta fiabilidad, lo que hay es que dar respuestas, si es bueno reducir el consumo de azúcares simples y refinados, dícese azúcares libres.  Pero para ello no hay que radicalizar, ya que lo que se conseguirá  es que la población harta ya de tantas restricciones y de que todo lo que comemos es malo, no haga caso de ninguna recomendación nutricional.

En definitiva, es recomendable reducir al máximo las bebidas edulcoradas tipo refrescos,  los zumos procesados provenientes de zumos  concentrados y después reconstituidos, la amalgama de bebidas que en defensa de las propiedades de las frutas nos invaden en el mercado sin tener ninguna propiedad de las mismas, solo ser agradables al paladar por su dulzor.  Pero con respecto a los zumos, y triturados de frutas y verduras caseros, así como los procesados mediante bajas temperaturas, pasteurizados y envasados, considero son una buena opción, sobre todo  cuando se come pocas frutas y verduras,  así  como dependiendo de las necesidades nutricionales particulares de cada persona.
"las pequeñas cosas dan sentido y calidez a la vida"

T. Lluch

domingo, 1 de octubre de 2017

Sólo hay un principio motriz: El deseo (Aritoteles)

Estimados lectores os dejo un enlace de mi articulo Trastornos alimentarios y/o nutricionales, publicado el El Levante

TRASTORNOS ALIMENTARIOS Y/O NUTRICIONALES



Trastornos alimentarios o/y nutricionales Mª Teresa Lluch Armell 10.03.2016 | 04:15 

Los términos alimentación y nutrición se utilizan coloquialmente de forma indistinta, pero hay grandes diferencias al igual que interdependencia que cabe destacar. Si bien el concepto alimentación se puede decir que incluye todo el proceso que ocurre hasta que el alimento llega a la boca, a partir de ahí empieza la nutrición. Por ello, al proceso de la alimentación le afectan factores sociales, económicos, culturales, religiosos y cómo no, psicológicos, mientras que a la nutrición le afectan factores bioquímicos y fisiológicos. Teniendo en cuenta esta diferencia, tampoco es lo mismo hablar de un trastorno alimentario que nutricional y por lo tanto se deberían abordar de diferente forma. Algo que no ocurre y por ello en la mayoría de ocasiones fracasa el tratamiento de estas patologías. Lo mismo sucede cuando se desarrollan las dos al mismo tiempo, porque no son bien diagnosticadas, o porque hay una interrelación entre ambos. De esta forma, para actuar ante un trastorno alimentario se deben abordar principalmente factores psicológicos y sociológicos, acompañado de un equilibrio dietético y buenos hábitos alimentarios. Centrándonos en los casos de disminución de peso, desde sobrepesos a obesidad en sus distintos grados. Antes de iniciar cualquier dieta, hay que analizar lo que la persona come y a partir de ahí corregir y elaborar unas pautas alimentarias adecuadas. Pero no sólo esto: hay que incluir el entorno social y psicológico que acompaña a este problema de sobrepeso, si detrás de ello se encubre ansiedad por comer, compulsión por la comida u otro tipo de problemas que se ven reflejados en los hábitos alimentarios, como son comer por compensar situaciones de estrés, de pérdidas, para paliar las emociones negativas, etcétera. Por ello no es suficiente seguir una dieta tipo, es necesario una personalizada, además de un tratamiento psicológico para mejorar hábitos y aprender a manejarse con las emociones sin que sea la comida el principal aliado, porque al final acaba siendo el peor enemigo. Así se llega a situaciones en las que la obesidad sigue avanzando y se llega a técnicas más drásticas como el uso del balón gástrico que se ofrece como la panacea de los adelgazamientos. Pero esto será caótico si no se trata el problema psicológico de base, provocando en algunos casos incluso la explosión del balón porque la persona sigue inevitablemente con sus atracones Actualmente, las dietas más innovadoras son las hiperproteicas y cetogénicas. Llama la atención que las novedosas dietas son las de hace miles de años, y que ya quedó lamentablemente demostrada su ineficacia y perjuicio para la salud, sobre todo si se siguen durante períodos de tiempo largos. Se les bautiza de diferentes formas: la dieta dunkan, la paleolítica, las disociadas, las basadas en el índice glicémico... pero su base siempre es la misma: el exceso de proteínas y grasas en detrimento de los hidratos de carbono. Estos desequilibrios dietéticos llevan a un efecto negativo sobre la salud, tanto física como mental, provocando cuadros de enfermedades nutricionales (hiperlipemias, déficits vitamínicos, entre otros), problemas renales, hepáticos, ansiedad, depresión e incluso bulimia y anorexia. Con todo ello quiero insistir en que hay que diferenciar y tratar correctamente los trastornos alimentarios y/o nutricionales. Abordarlos tanto desde una perspectiva nutricional-dietética, como psicológica y de hábitos permite avanzar en este campo y prevenir el desarrollo cada vez más elevado de obesidad, bulimia, trastornos por atracón, anorexia... Patologías que acaban siendo caras de una misma moneda. Ir abandonando, los tratamientos unilaterales y tratarlos en su globalidad es, hoy por hoy, el mejor camino para poder frenar el aumento de estas patologías.


http://www.levante-emv.com/opinion/2016/03/10/trastornos-alimentarios-oy-nutricionales/1389743.html