Historias de Betty la romántica
Me llamo Betty, y parece ser que estoy muy pasada de
moda. Si os preguntáis el porqué. Es sencillamente porque soy una romántica
empedernida, pero de esas de la época del romanticismo, no lo que dicen ahora
del amor romántico y demás, no, es en sí todo lo que me rodea lo que me
exacerba este romanticismo que llevo de serie. Imagino que tantos trastornos
mentales como hay en la actualidad, a mí me catalogarían como: “Transtorno
multiple de la personalidad romántica”. Vamos en términos de ir por casa romanticitis.
La verdad es que vivir con esto es duro y más en la sociedad actual, voy a
contracorriente de todo. Mira que habré leído libros de esos que dicen de
autoayuda, que no sé a quién ayudan… Pero a mi desde luego no. Se pasan todo el
tiempo diciendo que te quieras, que te creas que tú puedes, que la solución está
en ti, todo son yoosss, que cargantes, parece ser que ahora para ser
feliz ya no hay que dar existencia a los otros.
Yo lo intento, pero no cambia nada. Además, después pienso: si yo estoy
contenta de ser como soy, lo único que no estoy es en el sitio y época adecuado.
Y por más que intento cambiar, pues que no me sale, y cambiar al mundo lo veo
complicadísimo la verdad. Así que me he refugiado en mis autores favoritos:
Becker el que más, que desgarrador me encantan sus poemas. Y Rosalía de Castro
y Espronceda. Así que pensándolo mejor he decido ser una romántica y escribir
mis romances.
I ROMANCE
CAMBIEMOS EL COLOR DEL MUNDO
Cambiemos el color del mundo porque si no se muere,
cambiemos su ambiente gris por colores de luz y
esperanza,
cambiemos su triste agonía por una sonrisa.
El mundo se muere entre negros, grises y tristes
melodías de motores,
el mundo ya no escucha se le ha llenado de hollín sus
emociones,
el mundo ya no quiere que sigamos pisando su piel, sus
flores.
Lo hemos devastado, explotado asolado,
en nombre del progreso, de causas injustas.
El mundo ya no suspira, tan solo solloza.
Cambiemos el color del mundo, devolvámosle su alegría,
la armonía, la dulzura del abrazo, de su vida.
T. Lluch
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