Reflexiones
pandémicas
La verdad es que estamos tan solos y tristes; consumidos por un virus
que nos atemoriza, indefensos ante unos dirigentes que no saben por dónde
actuar, y se refugian en sus intrigas políticas, en donde el poderoso don
dinero se erige más fuerte que nunca. Reforzado por el exceso de necesidades absurdas
de una sociedad líquida, donde nada dura y todo queda obsoleto en cuestión de
segundos. Vendidos ante una sanidad que no llega porque no se apostó por ella.
Y los días pasan y el malestar aumenta y los discursos de una psicología
positivista no sirven porque no solo eres tú, es lo que te rodea, tu yoismo
cronifica el problema. Y nos convertimos en vagabundos en un mundo que no
entiende su propia esencia, un mundo que repite su historia de siempre: La
lucha por el poder. Un mundo que ha anulado a los poetas, a los pintores,
músicos, artistas, a la propia ciencia, convirtiéndola en ciencia para el
poder, para los que invierten en ella; oprimiendo a esa ciencia callada, la que
nunca se expresa porque no interesa. Y así vamos navegando hacia una deriva
incierta, por no querer reconocer que rectificar es de sabios, y que los
errores no son aciertos, aunque eso es lo que nos quieran hacer creer, sino que
los errores son fallos de los que hay que aprender. Pero eso es mostrarse débil
y en esta sociedad eso no vale, sólo vale aparentar fortaleza e hilaridad, y no
sé qué es más cruel si no hacer nada o fingir que no pasa nada, algo que deja
inmersa a las personas en una indefensión perversa.
"Volvamos a nuestros orígenes, la naturaleza"
Dra. Mª Teresa Lluch Armel